Panadería Lo Almendro: Calidad artesanal que conquista con nuevos sabores
- Giselle Palominos
- 2 abr
- 3 Min. de lectura

En un acto de valentía, Daniel Superby hipotecó su casa para emprender. El esfuerzo valió la pena: con el tiempo se consolidó en Ñuñoa con productos altamente valorados, como su famoso pan con merquén y semilla de zapallo.
La historia de panadería Lo Almendro no se escribe solo con recetas, sino también con sacrificio y pasión. Bien lo sabe Daniel Superby, su dueño, quien con manos curtidas por la harina nos cuenta cómo logró convertir el negocio en un imperdible de su barrio en Ñuñoa.
“Desde pequeño el pan fue parte de mi vida. Me encantaba ver cómo de ingredientes tan simples como la harina, el agua y la sal, se creaba algo tan maravilloso”, comenta con una sonrisa. Precisamente, su amor por este oficio nació en la infancia, observando a su abuelo amasar con entrega y dedicación.
Los años lo llevaron a perfeccionar la técnica y a soñar con tener su propio local. “No fue fácil. Al principio trabajaba de madrugada y vendía el pan en una bicicleta. Pero con esfuerzo y el apoyo de mi familia logramos abrir este espacio, donde cada pieza de pan lleva nuestra historia”, cuenta.
Superby confiaba tanto en quienes lo apoyaban, que se arriesgó e hipotecó su casa para lograr su propósito. Un verdadero “todo o nada” que resultó en una pequeña panadería que abrió sus puertas hace más de dos décadas, y que hoy ha crecido gracias a la fidelidad de su público.
“Siempre digo que este negocio es como un hijo: hay que cuidarlo, alimentarlo y hacerlo crecer con amor”, reflexiona con emoción. “Ver a nuestros clientes volver cada día, muchos de ellos con sus hijos o nietos, es la mayor recompensa”, señala.
El arte de hacer pan
El propietario de Lo Almendro fabrica sus alimentos de forma meticulosa, asegurándose de que el sabor y la textura sean perfectos. “Hacer pan es conocer la paciencia, el tiempo y la precisión”, explica mientras nos muestra una hornada recién salida del fuego.

“Uno de nuestros mayores secretos está en la masa madre. La cuidamos como si fuera un tesoro, porque es el corazón de muchos de nuestros productos”, confiesa. Gracias a esta técnica, su pan tiene un sabor único, con una corteza crujiente y un interior esponjoso que ha conquistado a su fiel clientela.
Sin embargo, también hay un componente emocional, porque este alimento tiene algo muy especial según Daniel Superby. “Es parte de la mesa de las familias. Está en los desayunos, en las onces, en las cenas. Saber que estamos en esos momentos importantes es algo que nos motiva cada día”, indica.
Para cumplir con las expectativas, esta panadería combina exitosamente recetas tradicionales e innovación. “Nos gusta experimentar con nuevos sabores y formatos. Hemos incorporado panes integrales, opciones sin gluten y hasta variedades con ingredientes autóctonos que resaltan la riqueza gastronómica de nuestra región”, dice su dueño.
Entre las creaciones más famosas está el pan con merquén y semillas de zapallo, receta que nació de la búsqueda de rescatar elementos locales. “Queríamos algo que fuera distinto, pero que al mismo tiempo que tuviera identidad chilena. Fue un éxito, y ahora es uno de los productos más vendidos”, asegura Superby.
Mantenerse en el tiempo
Darle continuidad a un negocio como este no ha sido tarea fácil. Durante la pandemia, por ejemplo, la panadería tuvo que reinventarse y buscar nuevas formas de llegar a sus

consumidores.
“Empezamos con pedidos online y reparto a domicilio, algo que nunca habíamos hecho. Pero fue la clave para mantenernos a flote”, apunta el fundador de Lo Almendro. A pesar de los obstáculos, se han mantenido firmes. “El secreto está en nunca perder el foco: calidad, pasión y cercanía con los clientes” sostiene.
Además, el local también tiene un fuerte compromiso social. Daniel y su equipo han participado en diversas iniciativas solidarias, donando su producto estrella a comedores comunitarios y colaborando en actividades locales. “El pan es un alimento básico, y creemos que nadie debería pasar hambre”, advierte.
También han abierto sus puertas a la formación de talentos jóvenes. ”Nos encanta recibir aprendices y compartir nuestros conocimientos. La panadería es una tradición que debe seguir viva y es nuestra responsabilidad transmitirla a las nuevas generaciones”, comenta Superby.
En la actualidad, el negocio sigue firme en su casa matriz ubicada en calle José Domingo Cañas, y además suma una sucursal en Av. Grecia, ambas en Ñuñoa. El dueño de Lo Almendro revela que le gustaría ampliarse e incorporar nuevas tecnologías que optimicen la producción sin afectar la calidad artesanal.
“Queremos seguir creciendo, pero sin perder nuestra esencia. Lo importante es que cada persona que pruebe nuestro pan sienta el amor y el esfuerzo que hay detrás”, concluye.
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